Vargas Llosa, entre la fobia y la razón

 

Mario Vargas Llosa es un peruano que nos enorgullece por el enorme talento que tiene para crear historias y para narrarlas con gran arte, virtud que lo ha convertido en un ícono de la literatura universal de hoy y de siempre, pero también es un fervoroso activista de la libertad y la democracia. Por donde quiera que vaya pregona los valores libertarios y democráticos con una pasión y perseverancia únicas.

Por eso quienes compartimos sus ideas democráticas nos sentidos confundidos cada vez que aborda la agresión terrorista que vivimos durante el período 1980-2000 asumiendo como verdadera la historia oficial que han construido la izquierda marxista y los grupos católicos pro-marxistas.

Esta visión errada de Vargas Llosa se repite en un artículo que ha escrito hace poco sobre el Museo de la Memoria, en el que hace suyo el proyecto de la ex Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) y reitera su apoyo al informe de ésta afirmando que: “ni en sus considerandos ni en sus conclusiones hay la menor intención de parcialidad, sino, por el contrario, un afán honesto y casi obsesivo por mostrar con la mayor actitud lo ocurrido…”

Para darle una mayor solidez a tal afirmación, nuestro escritor recuerda que él ha sido en su momento un duro crítico de “las contemporizaciones, cobardías y medias tintas de los intelectuales de izquierda frente al terrorismo”, y que, por lo tanto, nadie podría encontrar simpatías extremistas detrás de su apreciación.

Analicemos punto por punto las afirmaciones del novelista, empezando por el tema controversial del momento, el museo.

 

¿Museo para qué?

 

Coincido plenamente con Vargas Llosa cuando afirma que un Museo de la Memoria es necesario «para combatir esas actitudes intolerantes, ciegas y obtusas que desatan la violencia política», y también cuando dice que serviría además «para aprender de una manera vívida a dónde conducen la sinrazón delirante de los ideólogos marxistas y maoístas…”.

Creo que ambas afirmaciones resumen la visión conceptual con que debe construirse el museo, las suscribo plenamente porque la raíz del terrorismo está en la intolerancia, y porque nuestras futuras generaciones deben saber que todo el daño que padecimos tuvo su origen en ideologías extremistas que prohíjan la muerte.

En consecuencia, el museo debe afirmar los valores opuestos a los antivalores terroristas: la tolerancia y la libertad, ambas inherentes al sistema democrático.

Pero como el fin del museo es dejar para la posteridad la historia de lo que ocurrió en el Perú durante aquel período trágico, los hechos que se muestren en él deben ser rigurosos con respecto a la realidad, sin distorsiones políticas ni ideológicas. Aquí surge la interrogante: ¿Cuál es el legado histórico que guardará el museo?

Mario Vargas Llosa ha propuesto que recoja el informe de la CVR, que comienza con las siguientes palabras: “La historia del Perú registra más de un trance difícil, penoso, de auténtica postración nacional. Pero, con seguridad, ninguno de ellos merece estar marcado tan rotundamente con el sello de la vergüenza y el deshonor como el fragmento de historia que estamos obligados a contar en estas páginas…”

Este es el punto de partida que marca el derrotero del resto del informe de la CVR, el sello de marca del documento. Nos dice que aquel episodio de nuestra historia es vergonzoso y deshonroso para los peruanos, como si un día los ciudadanos nos hubiésemos levantado con deseos de asesinarnos sin más razón que una súbita pérdida de valores humanos elementales.

Como si a lo largo de la historia reciente de la humanidad jamás se hubieran registrado episodios parecidos, como si la Rusia de Stalin, la Alemania de Hitler, la Rumania de Ceausescu, la China de la “revolución cultural”, o la Camboya de Pol Pot nunca hubiesen existido.

¿Por qué tenemos todos los peruanos que sentir vergüenza de lo que provocó un grupo fanático? Que se avergüencen aquellos que compartieron el credo totalitario de los genocidas, que se sientan culpables aquellos que predicaron la lucha armada desde los años 60 hasta los 80, igual que Guzmán pero con más influencia social que él.

Valgan verdades, si Guzmán reclutó a 10,000 terroristas, de todos ellos 9,500 fueron convencidos de tomar las armas por los “intelectuales de izquierda” de entonces y neo demócratas de hoy, que pretenden escribir la historia de lucha contra el terrorismo.

Los responsables políticos de ese envenenamiento ideológico masivo de hombres y mujeres que mataron, murieron, o acabaron en la cárcel tienen siglas (VR, MIR, PCP-PR; PCP-BR, UDP, PUM, BPR, etc), y también tienen apellidos (Diez Canseco, Tapia, De la Jara, Soberón, Moreno, Macher, Landolt, etc), pero la CVR no “pudo” identificarlos, no hubo “afán honesto y casi obsesivo” por mostrar esta realidad, pero sí lo hubo para ocultarla, igual como oculta el informe la identidad de dos jefes nacionales del MRTA a quienes menciona sólo por sus alias, para librarlos del alcance de la justicia.

Estos políticos, rechazados por el pueblo en las urnas, se reciclaron a comienzos de los años 90 enrolándose a las filas del movimiento político de Javier Pérez de Cuellar, bajo cuya sombra se presentaron dentro y fuera del Perú como miembros de una oposición “democrática” al gobierno de Alberto Fujimori, logrando captar abundante ayuda económica.

Los más pragmáticos crearon OGN que se venden como la “inteligencia nacional”, otros se hicieron “líderes naturales” de la “sociedad civil”; y los más desembozados han vuelto por sus fueros y son “asesores” de la versión local del chavismo, el humanismo. Pero todos tienen un común denominador: Mantienen intacta su entraña intolerante y totalitaria.

Ellos jamás defienden el sistema democrático, prefieren la “democracia” con apellido: “social”, “participativa”, etc. Tampoco defienden a la economía de libre mercado, más bien la culpan de todos los males llamándola “neoliberalismo”, y sabotean la inversión privada satanizándola como abusadora compulsiva del consumidor y depredadora del ambiente. Mario Vargas Llosa desconoce esto porque él vive fuera del  Perú.

Ellos coinciden con Vargas Llosa en que el museo debe mostrar, por igual, los crímenes del terrorismo y los métodos fascistas con que Montesinos y Fujimori los combatieron convencidos de que todo vale para lograr el objetivo aunque ello signifique sacrificar a decenas de miles de inocentes”, pero esto no los hace demócratas, pues su conducta cotidiana los desmiente.

 

¿Por igual?

           

            La propuesta de la ex CVR y de Vargas Llosa de mostrar “por igual” los crímenes de Sendero y el MRTA con los excesos ocurridos en el gobierno de Fujimori me parece una desproporción, porque sería reducir los 20 años de lucha contra el terrorismo a lo que ocurrió entre los años 1990-1993, ni siquiera en toda la gestión fujimorista (1990-2000).

Para las izquierdas marxista y católica, la respuesta de la nación peruana al terrorismo se reduce a la actuación del estado y a los casos de Barrios Altos y La Cantuta, como si la sociedad hubiese permanecido indiferente ante la agresión y como si los excesos hubiesen la norma, cuando fueron la excepción pues en 20 años hubo miles de operaciones militares. El único sector que se mantuvo “neutral” en la lucha fue la ultra izquierda, el resto de la nación combatió al terror en defensa propia.

 La coartada de la CVR es decir que“Sendero fue el principal violador de los derechos humanos”, para luego acusar de manera indiscriminada de decenas de crímenes a las fuerzas que defendieron a la democracia. ¿Si el terrorismo fue el principal perpetrador de crímenes, por qué entonces de los 73 casos denunciados por la ex CVR, 47 son contra policías, militares y ronderos, mientras que sólo 26 son contra Sendero Luminoso y el MRTA? ¿Quién aparece, en los hechos y ante la historia, como el mayor violador de derechos humanos? ¿Esto se perennizará en el museo de la memoria?

Mario Vargas Llosa ha dicho, de otra parte, que en el informe de la CVR “se han deslizado algunos errores”. Debe referirse seguramente a las partes en las que el documento afirma que Sendero Luminoso lideró una insurrección “campesina y popular”, o cuando dice que los terroristas de esa banda, así como los del MRTA, mataron por “emoción social”.

No creo que él piense que Sendero lideró una rebelión campesina contra la democracia porque cuando investigó el caso Uchuraccay (1983) constató que la noticia que buscaban los periodistas que murieron, la matanza de Huaychao, fue una ejecución de terroristas a manos de campesinos que se habían rebelado contra aquellos.

Tampoco creo que se trague el cuento de que los terroristas desataron la violencia por “emoción social”, sino, como bien lo dice él mismo, por intolerancia, envilecidos por ideologías totalitarias como el marxismo-leninismo-maoísmo.

Le pregunto a Mario Vargas Llosa: ¿se merecen las víctimas del terror compartir un mismo monumento con aquellos intolerantes y fanáticos que desataron el peor baño de sangre de nuestra historia? ¿Merecen que sus nombres queden perennizados al lado de los mal llamados “luchadores sociales”? ¿Qué diría usted si alguien propone hacer monumentos a los Kmer Rojos en Camboya, a las FARC en Colombia, a los nazis en Alemania, las Brigadas Rojas en Italia, la ETA en España, acaso ellos también no actuaron o actúan por “motivaciones sociales”? ¿Es tan distinto Abimael Guzmán de Pol Pot o de Hitler?

Y le sigo preguntando: ¿qué clase de democracia estaríamos construyendo enseñándole a nuestros jóvenes que deben ser comprensivos, tolerantes y complacientes con el terrorismo? ¿Qué clase de homenaje le rendiríamos a María Elena Moyano, Pedro Huillca, Pascuala Rosado o Alejandro Calderón y a tantos otros mártires del pueblo, si honramos la memoria de quienes los asesinaron de la manera tan cobarde y salvaje como lo hicieron? ¿Ha olvidado usted que el cuerpo de María Elena fue volado en pedazos por sus asesinos, con cinco kilos de dinamita, el día que la mataron?

 

Fobia versus razón

 

Su fobia política y personal hacia Fujimori no debe imponerse sobre la razón y sobre la verdad histórica, señor Vargas Llosa. Su rencor lo lleva a la intolerancia que tanto repudia cuando dice que el informe de la CVR es rechazado en el Perú sólo por círculos militares y por las pandillas sobrevivientes del fujimorismo que, de este modo, se curaban en salud de su complicidad con un régimen autoritario que, además de cleptómano y corrompido hasta los tuétanos, detenta un pavoroso prontuario de asesinatos, torturas y desapariciones perpetrados con el pretexto de la lucha antisubversiva”.

Yo no tengo carné de ningún partido fujimorista, ni participé jamás del gobierno de Fujimori. Durante los diez años que duró ese gobierno trabajé en una agencia internacional de noticias desde la cual fui un observador atento y permanente de la evolución política del Perú, sobre todo de la lucha contra el terrorismo.

Soy un peruano que se enorgullece de tener convicciones democráticas firmes, que batalla diariamente con ideas contra los totalitarios y estatistas disfrazados de neo-demócratas que viven de la cooperación internacional y que se dedican a petardear al sistema democrático y al libre mercado. Estos deberían ser sus verdaderos enemigos, querido escritor.

A partir de mis 30 años de experiencia periodística, doy fe de que usted exagera al juzgar la respuesta que dio el estado peruano al terrorismo en el período 1990-2000. Es verdad que existió el Grupo Colina y que hizo lo que hizo, pero no es verdad que ello haya respondido a una política de estado, usted está confundido o desconoce la realidad.

No me interesa defender a Fujimori, para eso tiene abogados y correligionarios de su partido. Lo que defiendo, por convicción democrática, es la verdad histórica. En virtud de ésta le recuerdo que en ese período se aprobó la ley que penalizó la desaparición forzada de personas, la que tipificó los delitos de lesa humanidad, y la que adhirió al Perú a la convención interamericana que considera Delito Permanente la desaparición forzada.

También en ese período el estado dispuso el ingreso inopinado de los fiscales a los cuarteles policiales y militares, perdonó a unos 8000 terroristas – Ley de Arrepentimiento- dándoles la oportunidad de que se reincorporen a la sociedad, en vez de asesinarlos; desalojó al terrorismo de las universidades públicas con el apoyo de los alumnos y profesores; y alentó y armó a las rondas campesinas y urbanas que derrotaron a los terroristas.

En el período 1990-1993 las fuerzas del orden no asesinaron sino capturaron vivos a más de 6000 terroristas convictos y confesos que después fueron sometidos a juicios sumarios y condenados a penas ejemplares. Los casos en que los juzgadores abusaron y condenaron a inocentes fueron enmendados y los afectados fueron indultados. Todo esto es historia.

 

Mártires y héroes

 

            Si la ex CVR y Mario Vargas Llosa quieren que el país le rinda homenaje a los terroristas allá ellos, son libres de pensar de esa manera y de hacerlo. Pero yo dudo que la gran mayoría de los peruanos piense igual, sobre todo los que sobrevivimos a la carnicería senderista y le hemos contado aquella historia a nuestros hijos.

            Creo que los más justo es enseñarle a las próximas generaciones la verdad: que Sendero Luminoso sometió y esclavizó por el terror a miles de pobres, y los usó como carne de cañón en sus delirio de asaltar el poder para liquidar la democracia e instaurar en nuestra patria una tiranía genocida y totalitaria. Esta es la verdad, señor Vargas Llosa.

            Un museo de la memoria debe reflejar la historia con rigor, para que la tragedia no se vuelva a repetir. Y cuando hablo a la tragedia incluyo a los excesos comprobados en que incurrieron nuestros soldados en el fragor de la lucha que libraron el defensa de la democracia.

Pero, sobre todo, debe honrar la memoria y el recuerdo de los dirigentes populares, políticos, sindicales, campesinos, autoridades democráticas, policías, soldados, marinos, maestros, ingenieros, estudiantes, etc., que sacrificaron sus vidas por legarnos la democracia y la paz que hoy disfrutamos y que debemos valorar en toda su dimensión.

            Ninguna democracia del mundo, señor Vargas Llosa, rinde homenaje a terroristas totalitarios y genocidas. Si así fuera, en Estados Unidos ya habría una estatua en memoria de los genocidas que atacaron las Torres Gemelas de Nueva York, pero no es ni será así nunca, porque el pueblo estadounidense jamás lo permitiría.

3 comentarios en “Vargas Llosa, entre la fobia y la razón

  1. Magnifico artículo , resume el pensamiento y sentimiento de la gran mayoria del personal de las FFAA que combatieron el terrorismo. Una nación que se respeta rinde homenaje a sus héroes, a los que la defendieron, no al enemigo, una nación que quiere construir un futuro exitoso no resalta los exesos cometidos si no los sanciona ejempalrmente y enseña a las generaciones futuras lo mejor sus exitos no sus fracasos, eleva la autoestima de sus habitantes y sabe distinguir la politica temporal de acciones de estado. Las FFAA no son violadoras de DDHH, repito no son violadoras de DDHH ni lo han sido.
    Vicealmirante Jorge Montoya Manrique

  2. Estimado Victor:
    Su articulo sobre una carta dirigida al escritor Mario Vargas Llosa sobre la construccion de un «Museo a la Memoria», aparecida hoy 2 de Abril del 2009 en el diario La Razon, es sencillamente magistral, como para ponerlo en un marco de oro bordeado con diamantes. Que linda mi patria con escritores como Ud., Dios le bendiga por defender al pais de la barbarie narcocomunista-terrorista-totalitarista y delincuencial que afronto el pais entre los años 1980 al 2000. Con ese don tan prodigioso que el Todopoderoso le ha dado, como es el periodismo serio, honesto y veraz que Dios le ha dado, pienso que nuestra Democracia, tal como la concebimos esta asegurada.
    Una vez mas mi respeto y mi
    saludo afectuoso
    Atte
    Ruben Julio Sanchez Villavicencio
    !809 E. lm St.
    Anaheim, California 92805
    USA

  3. brillante. gracias por este articulo, da mucho gusto leer a alguien con memoria y que tiene las cosas claras. demuestras una calidad de analisis muy alta, y espero que tus articulos sean leidos por muchos.

    felicitaciones y por favor sigue adelante, este pais necesita personas como tu.

    Un abrazo fraterno,

    Pablo.

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