La Defensora caviar

Beatriz Merino, la Defensora del Pueblo, ha rechazado un posible perdón o amnistía para los policías y militares perseguidos alegando que “cualquier iniciativa que busca la impunidad para los violadores de derechos humanos es algo que debe ser rechazado”.

A Merino hay que explicarle primero que en democracia prevalece la presunción de inocencia, y por lo tanto es su obligación presumir inocentes a los ciudadanos acusados, porque es la Defensora del Pueblo, no de los intereses de las ONG caviares.

En segundo lugar, sabe bien que muchos militares están acusados injustamente, sin pruebas ni testimonios que los inculpen, ante la absoluta indiferencia de la Defensoría del Pueblo.

Hay además acusados que están presos sin sentencia 4,5,6 años, en contra del principio universal de legalidad y del debido proceso, frente la indolencia de Merino y de la Defensoría.

¿Acaso por vestir uniforme esos peruanos dejan de ser ciudadanos con derecho a ser defendidos?

La Defensora no se preocupa de ellos. Tampoco de que se sancione a “todos los autores materiales e intelectuales” de las matanzas de Sendero Luminoso. A los terroristas los condena sólo de boca para afuera.

La Defensora sabe perfectamente que el peor delito contra los derechos humanos es el terrorismo, porque éste mata, viola, roba y saquea indiscriminadamente.

Sin embargo, cuando el estado decidió perdonar y olvidar los crímenes cometidos por casi diez mil terroristas, en 1993 y 1994, ahí sí ella y las ONG caviares se callaron la boca. No dijeron ¡horror, no a la impunidad!.

Los terroristas fueron perdonados y liberados con la única condición de que renegaran de su ideología. Nadie les preguntó a cuántos mataste, secuestraste, violaste o robaste, porque lo que se buscó con el perdón fue alcanzar el bien supremo de toda sociedad: la paz

La Defensora está comprometida con los caviares, no con la paz, ni con la justicia, ni con la defensa del pueblo. En vez de promover el perdón, promueve el rencor y la venganza, en vez de buscar la reconciliación divide a los peruanos.

Hoja de vida

Repasemos ahora la trayectoria pública de la Defensora del Pueblo, un personaje “intocable” para los incisivos “analistas” de la prensa caviar y toledista.

Después de graduarse como abogada se fue a la Escuela de Economía de la Universidad de Londres, hizo después una maestría en Harvard, y trabajó como gerente legal de la corporación Procter & Gamble.

Fue una promesa política cuando apareció, en 1990, en el Movimiento Libertad de Mario Vargas Llosa, por el que fue elegida senadora (1990-1992), cargo que desempeñó sin el brillo que muchos esperábamos de ella.

Era entonces una fervorosa y aguerrida defensora de la libertad y del mercado, comprometida con la defensa del sistema democrático.

Muy distinta a la actual Defensora que justifica las asonadas cubriéndolas con el rótulo de “conflictos sociales”; tolera y alienta el acoso contra las inversiones mineras; aprueba la persecución injusta contra los militares; y hace la vista gorda ante las violaciones al debido proceso en el Poder Judicial.

¿Cuándo se produjo semejante mutación de Beatriz Merino?. Sin duda cuando se comprometió con el toledismo y la izquierda caviar.

De Libertad saltó al Frente Independiente Moralizador (FIM), por el que fue congresista (1995-2000); de allí se pasó a Somos Perú (2000), al que abandonó para irse al toledismo, que la nombró primero jefa de la SUNAT y después presidenta del Consejo de Ministros. Una perfecta tránsfuga.

Por más que la izquierda caviar la haya puesto en un “altar mediático” como persona íntegra e intachable, la realidad nos muestra lo contrario.

Siendo legisladora del FIM, sus propios compañeros de partido la acusaron de mutilarles el sueldo a los empleados de su oficina parlamentaria.

Posteriormente tuvo que dimitir a la PCM porque se descubrió que le había dado un alto cargo público a su pareja sentimental, incurriendo en nepotismo. El presidente de la república le pidió su renuncia cuando cumplía un viaje oficial en Estados Unidos.

Y cuando pasó por la PCM, Merino negó su conocida opción sexual diciendo que los comentarios al respecto eran “una campaña” en contra de su reputación, mostrando así falta de integridad y de honestidad. Por lo demás, su gestión de gobierno fue opaca.

Pese estos antecedentes, la mayoría parlamentaria Perú Posible-FIM, con apoyo caviar, la impuso como Defensora del Pueblo, en el 2004, contra la voluntad de congresistas de probada solvencia moral, como Rafael Rey.

A todo esto se suma el hecho de que mantiene estrechos lazos con la red de ONG que lucran con los derechos humanos. Esta relación se forjó cuando fue directora de la Comisión Andina de Juristas (CAJ), la ONG de Diego García Sayán.

Así es, nunca existió, ni existe, la “intachable” e inmaculada Defensora del Pueblo. Es solo otro cuento caviar.

Un comentario en “La Defensora caviar

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